Saturday, July 28, 2007
Junta Previa
Thursday, July 12, 2007
Por quién lloras, cielo de Cachamay (escrita por un reportero de la opinion) antes del partido entre mexico argentina
No venden banderas de ‘Mékiko’ antes del duelo semifinal entre el Tricolor y los albicelestes
12 de julio de 2007
PUERTO ORDAZ, Venezuela.— Uno, chilango. Otro, porteño. Y el cielo que se vuelve rocío incesante sobre sus cabezas.
Uno con la camiseta verde. La bandera tricolor le sirve de gabán con la esperanza de que el plumaje gallardo del águila no desaparezca, o que la serpiente en su garra y pico no se escurra húmeda.
Otro con la camiseta albiceleste. La bandera de los mismos tonos le sirve de poncho con la esperanza de que el sol de frente arrugada y boca inescrutable no se apague con esta lluvia de temporal.
Los dos aguardan en la vereda que circunda al Estadio Olímpico Cachamay. Esperan que las puertas se abran. Hay una cita: México contra Argentina en la semifinales de la Copa América.
"Acá es así. No llueve en una semana en esta época y luego se nos viene toda junta el agua acumulada, y puede durar horas", explica Zaira, una voluntaria con los ojos negros de las noches de Guayana.
Ellos no lo saben. Ellos siguen afuera. Saboreando la ofrenda del cielo venezolano que humedece pero no hiere de frío, sino apenas atempera esos tiempos de horno y fuego.
Los vendedores que les rodean no tienen banderas de México, sólo de Argentina, de Brasil y de Venezuela. "Es que las de ‘Mékiko’ no se venden", dice la negociante.
Los vasitos de café cargado se han vaciado. Las arepas sólo perviven en ese aliento condimentado con el que condimentan una rivalidad que uno ve como una proeza y otro ve como un atrevimiento.
"Ustedes se sienten rivales nuestros. Nosotros tenemos de rivales a otros: a Brasil, Inglaterra, Alemania, Italia. Nosotros somos de otro cielo, de otro universo. Pará, por favor, pará", dice el vestido con cielo y nubes, donde habita normalmente el futbol argentino.
"¿Qué, güey? Nomás por el golazo del Maxi Rodríguez se creen mucho. Los teníamos agarraditos —y hace la seña como de quien aprieta un higo para arrancarlo de la higuera—, bien agarraditos. No veían por dónde. Ahora resulta que ese día Argentina jugó mal", explica el vestido de verde, como verde es ese futbol mexicano que parece que nunca madura.
"¿Y nos llaman agrandados? Si los agrandaditos son ustedes. ¿México rival de Argentina?, boludo", replica el que saca de su mochila de viaje la matera, el termo, la yerba y se paladea.
"¿Qué te fumas? Con razón dices lo que dices. Nos agrandamos en la cancha, pero de agrandaditos nada. Ya le ganamos a Brasil en esta Copa América, y a ustedes Brasil les gana cuando quiere", repela el otro mientras saca de su respectiva mochila una botella de agua con algo que parece agua, pero que tiene un aroma suave, verde, de tierra, de agave.
"Aaaaaah, pero Brasil es Brasil. Es el Penta y así le pegamos. ¿Vos quién sos? ¿México? ¿Qué sitio en la tabla de LA FIFA? Sos como todos los centroamericanos… ratoncitos que se crecen con el gato que los tiene acorralados. Como dicen ustedes… ‘No marches, güey’, ja, ja, ja", contesta el que chupa larga, delgado, como si fuera maná de la tripita metálica sumida en la panza de madera de la matera.
"Mira, güey, Centroamérica termina antes de llegar a México, nosotros estamos en Norteamérica, así que no sabes nada de futbol ni de geografía, naco, y ya deja de hablarme cantadito, además se dice: ‘No manches, güey’, ‘oí’te’", responde antes de darle un trago breve a esa botella de agua sin etiqueta que le hace apretar los cachetes y los ojos, como si le quemara por dentro. "…inche tequila venezolano, sabe peor que el coreano".
"Dijiste Estados Unidos, ¿no es cierto?, ¿el que recién les pintó la cara en la copita esa jodida de la Concacanosequé?. ¡Mirá que son un equipazo!, no, si ustedes son al fútbol lo que Gardel al tango, ja, ja, ja, ja", responde el albiceleste festejando con el puño en alto el gol que acababa de poner a pasear en las redes de la dignidad herida del amigo, socio y rival.
"¿Gardel? Pero si es uruguayo y nacido en Francia. Seguro a Maradona se lo robaron de chiquito de Uruguay y lo pusieron a jugar como suyo, todo le quitan a Uruguay: Gardel, los chorizos, Punta del Este… si hasta les copiaron la bandera", contraataca el mexicano, poniéndose en pie y derramando un poco del agua sagrada de la tribu de los ticuilas.
"Pará ya. Dame un poco de eso que tomas para ponérselo al mate a ver si me caliento doble", pide el aficionado argentino.
Y prueban la mezcla.
"¡Ay, güey! Este ‘tequimate’ está con madres", dice el mexicano mientras se bebe la matera con el sudor de la hierba y el agua caliente mezclada con el licor.
"Te lo acabaste, te lo acabaste el ‘matequila’. Serví más", exige el argentino mientras derrama más agua caliente del termo.
"Uuuuy, mira esas nenas, como todas las de aquí. Muuuucho de todo. Quién fuera la tuerca del birlo, de ese ring de la llanta del camión que te lleva a tu casa, mi reeeeeiiina, mamaciiiita", suelta el piropo con todo el acento arrabalero, arrastrado, ladino, del chilango.
"¿Qué dijiste? La vas a asustar, boludo", reclama el otro.
"Y sigue lloviendo, ché. El cielo está llorando por tu Argentina, que va a perder"
"No, ché, el cielo está llorando de felicidad porque va a ver a mi Argentina jugar y a tu México perder".
"Ya no digas boludeces, ché, güey, y pásame este invento que vamos a patentar: el ‘tequimate’, ja, ja, ja".
"Que no, será ‘matequila’, cómo hinchas las…", reclama indignado el que lleva en los dorsales el "10" eterno de Maradona.
"No lo puedo creer… se roban a Gardel, a Maradona, a Punta del Este y ahora el ‘tequimate’… al rato van a decir que el ‘Cielito Lindo’ es de ustedes".
"¿Y qué no? Yo canto y vos llorás, ja, ja, ja".